La claudicación a la marcha o claudicación intermitente se caracteriza por un dolor muscular que tiene lugar tras el ejercicio físico y que obliga a parar al paciente. Típicamente, no es un dolor que aparezca al inicio de caminar o estando en reposo, como pudieran ser otros de naturaleza osteo-articular por artrosis o neurológicos del canal medular. El dolor en estos casos se produce por un desequilibrio entre la oferta de sangre a los músculos (oxígeno) y las necesidades de éstos durante la marcha (gasto metabólico). Ese desequilibrio se instaura progresivamente en el tiempo y se debe a un proceso obstructivo de las arterias. Esto se conoce por arteriopatía crónica periférica y su causa principal es la arteriosclerosis.
ARTERIOPATÍA CRÓNICA PERIFÉRICA
Etiopatogenia de arteriopatía crónica periférica
Claudicación a la marcha por el déficit circulatorio y el acúmulo de productos del metabolismo anaeróbico de los músculos
Aunque recientemente Rutherford divulgó una clasificación de la arteriopatía crónica periférica más descriptiva, con objeto de conseguir una mayor uniformidad en las publicaciones científicas, la clasificación de Fontaine sigue vigente por su sencillez.
Clásicamente, se distinguen 4 estadios clínicos en relación con el grado evolutivo de la isquemia:
I- Asintomáticos
II- Claudicación:
a) no invalidante
b) invalidante
III- Dolor de reposo
IV- Necrosis o gangrena
Diagnóstico
La oclusión crónica de las arterias produce una pérdida de los pulsos periféricos y una disminución del flujo arterial referido al grupo muscular que sufre la isquemia. Ante la sospecha clínica de una arteriopatía periférica se debe palpar los pulsos, inspeccionar las partes acras de las extremidades (frialdad, pérdida de vello, trastornos tróficos de las uñas, palidez o cianosis cutánea…) y realizar una exploración hemodinámica Doppler con el propósito de establecer objetivamente ese déficit y cuantificarlo mediante el índice tobillo/ brazo. Habitualmente, este índice es un fiel reflejo del grado de perfusión vascular de una extremidad (tanto menor, cuanto mayor el grado obstructivo), y sus valores patológicos se estiman cuando es inferior a 0,90 (normal ≥1). Una de sus limitaciones, sin embargo, son los pacientes con calcinosis arterial periférica, cuyas arterias son incoercibles: típicamente diabéticos y pacientes con insuficiencia renal crónica.
Exploración hemodinámica de un paciente con sospecha de arteriopatía crónica periférica
La oclusión crónica de las arterias produce una pérdida de los pulsos periféricos y una disminución del flujo arterial referido al grupo muscular que sufre la isquemia. Ante la sospecha clínica de una arteriopatía periférica se debe palpar los pulsos, inspeccionar las partes acras de las extremidades (frialdad, pérdida de vello, trastornos tróficos de las uñas, palidez o cianosis cutánea…) y realizar una exploración hemodinámica Doppler con el propósito de establecer objetivamente ese déficit y cuantificarlo mediante el índice tobillo/ brazo. Habitualmente, este índice es un fiel reflejo del grado de perfusión vascular de una extremidad (tanto menor, cuanto mayor el grado obstructivo), y sus valores patológicos se estiman cuando es inferior a 0,90 (normal ≥1). Una de sus limitaciones, sin embargo, son los pacientes con calcinosis arterial periférica, cuyas arterias son incoercibles: típicamente diabéticos y pacientes con insuficiencia renal crónica.
Tratamiento
El tratamiento de la claudicación intermitente debe tener dos objetivos:
1.- Reducir el riesgo de sufrir eventos cardiovasculares mediante una correcta prevención
2.- Mejorar los síntomas de la claudicación.
Tratamiento Médico
Dado que los eventos cardiovasculares son la mayor causa de muerte en pacientes con arteriopatía periférica, la modificación de los factores de riesgo debería ser prioritaria antes de indicar una intervención. En este sentido, se hace imprescindible:
- Dejar de fumar,
- Controlar adecuadamente la hipertensión arterial, diabetes y el colesterol,
- Caminar y hacer ejercicio con regularidad. Un buen programa debería incluir ejercicio continuado durante más de 30 minutos por sesión, al menos 3 veces por semana y durante al menos 6 meses (evidencia Ia/A).
Además, es necesario instaurar tratamiento farmacológico con antiagregación plaquetaria (aspirina o clopidogrel) y empleo de estatinas, no sólo para reducir las cifras de colesterol sino para estabilizar la progresión de las placas de ateroma. El uso de ciertos fármacos hemorreológicos, tales como la pentoxifilina o el cilostazol pueden ayudar a mejorar la distancia de claudicación.
El control de factores de riesgo cardiovascular es esencial en la prevención y tratamiento de la enfermedad aterosclerótica
Tratamiento Quirúrgico
De acuerdo con la evidencia actual, las indicaciones para intervención de la claudicación intermitente deberían ser:
- Pacientes que no mejoran con el ejercicio o la terapia farmacológica (cilostazol, antiagregación plaquetaria, estatinas, etc.).
- Pacientes cuyo estilo de vida o realización de tareas diarias están comprometidas por la claudicación, es decir, la presencia de una claudicación invalidante en ausencia de otras enfermedades que podrían limitar la marcha.
- Pacientes para quienes el riesgo-beneficio de la revascularización es favorable, es decir, presentan lesiones morfológicas arteriales óptimas para tratamiento.
Lógicamente, todos los pacientes con isquemia crítica (dolor de reposo o lesión trófica) precisan de cirugía para el salvamento de la extremidad.
Tratamiento Endovascular
Aunque no está exento de controversia, hoy día la terapia endovascular debería ser la primera opción para pacientes con síntomas invalidantes de claudicación. Existe evidencia que estas técnicas poco agresivas (angioplastia con balón, stent, etc.) mejoran la calidad de vida y la distancia de claudicación a corto plazo en comparación con el tratamiento médico conservador.
Bypass
La cirugía de revascularización convencional debe quedar reservada para pacientes con lesiones arteriales no subsidiarias de tratamiento endovascular (extensas y difusas) o cuando estos procedimientos resultan fallidos. La realización de un “bypass” representa hacer un puente que derive la sangre y “salte” el segmento obstruido con un nuevo conducto (bien sintético o de vena), permitiendo la perfusión distal de la extremidad.