Alteraciones vasculares
La isquemia, o sufrimiento tisular derivado de la insuficiente circulación arterial, es frecuente en los diabéticos, como consecuencia del daño que sufren los vasos sanguíneos a causa de la enfermedad. Las arterias tienen la función de aportar nutrientes y oxígeno a las células para que éstas funcionen correctamente. El pie es una zona de riego comprometido por su distancia al corazón y si los vasos sanguíneos se encuentran obstruidos, este riesgo se ve aumentado. Con ello, se pueden producir importantes trastornos tróficos (sequedad y debilidad de la piel, alteraciones de las uñas y el vello) o la aparición de fenómenos necróticos; dicho de otro modo, pueden provocar que determinadas zonas de tejido mueran (gangrena).

Placa de ateroma
Además, la insuficiencia arterial no solo provoca un sufrimiento de las células y de los tejidos, sino que además implica que la respuesta inflamatoria y de defensa se vea disminuida. Las arterias son responsables de llevar los nutrientes y mecanismos necesarios para que un tejido se regenere, de modo que si se forma una herida, ésta difícilmente cicatrizará.
Úlceras
Las úlceras requieren todos los cuidados que estén al alcance del paciente, ya que no solo no se resuelven espontáneamente, sino que tienden a agravarse, llegando en muchos casos a gangrenarse, lo que obliga a efectuar amputaciones parciales o incluso totales de las zonas afectadas. Se estima que las complicaciones derivadas de la diabetes son la principal causa de amputación no traumática en el mundo.

Lesiones de un pie diabético